En un artículo
anterior (La Nación, 24/6/2012) mencionaba el valor de contar con todos los
elementos o piezas del rompecabezas estatal. Algunos de ellos requieren una
transformación que les permita adaptarse a las circunstancias actuales de cara
al futuro que queremos.
La educación
pública debe basarse en las herramientas disponibles: tecnologías de
información y telecomunicación e Internet. ¿Qué tal recibir la teoría en la
comodidad del hogar a través de un dispositivo inalámbrico y luego ir a la
escuela a realizar prácticas vivenciales? Eso lo está haciendo la prestigiosa
universidad de Stanford nada menos que con sus estudiantes de Medicina.
Invirtamos más tiempo aprendiendo a pensar que transmitiendo conocimientos.
Todo está ahí afuera en la nube, en la red. Saber usarlo, integrar conceptos,
conducirse con inteligencia, aún debe ser aprendido, y en ello los maestros son
fundamentales.
Salud pública. La
salud pública debe modernizarse en dos direcciones: la prevención individual y
la biomedicina. En cuanto a lo primero, la Organización Mundial de la Salud ha
constatado que, para llegar a los 90 con buena salud, la persona debe cuidarse
muy bien desde los 30. Esa es una decisión individual cuando se posee la
información y las alternativas nutricionales y de estilo de vida adecuadas. En
cuanto a la biomedicina, hoy existen nuevas técnicas científicas comprobadas y
a bajo costo para recuperar la salud de algunas personas que no sobrevivirían
de otra manera, o ni siquiera nacerían. Estamos yendo hacia la regeneración de
órganos a través del cultivo de células madre. Es nuestra obligación como
sociedad ofrecerle esa posibilidad de sanación a quienes así lo requieran.
El empleo, la
producción y el comercio están viendo una ruptura paradigmática, como nunca
antes, gracias a la innovación y el emprendimiento. En países desarrollados se
ha multiplicado la cantidad de empleos que ha tenido una persona al llegar a
los 40. La lealtad con una corporación va siendo sustituida por la aspiración
de tener un negocio propio, una realidad al alcance de cualquiera que se lo
proponga en esta era de la información y del comercio electrónico. Lo que
interesa es la creación de valor, primero. Venderlo sigue siendo una cuestión
de mercado.
Economía La
economía debe incorporar los límites ecológicos porque hay reglas económicas
que aplican ceteris paribus si los recursos materiales o bienes fueran
ilimitados. Hace 200 años la población mundial era una sétima parte de lo que
es hoy, o una novena parte de lo que será dentro de 40 años. ¿Cuántas veces
habrá crecido el consumo? ¿Cuánto habrá disminuido la cobertura boscosa? ¿Cuál
es el costo económico de la contaminación de cuencas, tierras y atmósfera?
¿Sabemos lo que sucede con la producción de alimentos, si la tierra pierde
fertilidad, o queremos apostarle a la hidroponía?
Los últimos
200 años de revolución industrial han transformado la faz de la tierra y la
calidad de vida humana. Creció siete veces en población, aumentó la expectativa
de vida sustancialmente, y la tecnología revolucionó la sociedad, la economía y
los valores. Empero, seguimos aspirando a ser gobernados por la democracia,
bastante de la misma manera como lo era dos siglos atrás. Ello hace fundamental
recordar que votar no es solo delegar la responsabilidad soberana del pueblo en
los gobernantes periódicos, sino que, como decisión política individual,
implica aportar nuestro tiempo, intelecto, esfuerzo y buenas intenciones en la
dirección planificada por la parte que ha resultado electa.
Si cada uno
hala para su lado y echa para su saco, endilgando culpas a los representantes
de turno sin asumir la responsabilidad ciudadana de contribuir a la gestión de
gobierno, agotaremos el capital social, natural y político que nos ha sido
encargado, pues no es nuestro: lo heredamos de nuestros abuelos que lo
forjaron, y es lo que dejaremos en herencia a nuestros nietos cuando nos
retiremos. Es la ley de la vida, pero no hay garantía de éxito como generación
de que entregaremos un sistema más rico del que había cuando lo recibimos. Igual
se aplica a nuestro planeta.
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