Según la
organización de desarrollo industrial de Naciones Unidas, vivimos los albores
de la “tercera revolución industrial” que transformará la productividad en dos
vías: reducción del impacto ecológico negativo y aumento del impacto ecológico
positivo. Son cinco los principios indispensables que deben cumplirse para
adaptarse a esa nueva realidad.
Infraestructura.
Es necesario contar con obra pública y
privada que enriquezca y embellezca el entorno para aumentar la confianza
colectiva. Ello promoverá la gestión comercial y de negocios, transporte,
seguridad, educación y salud de la población. Hablamos de puertos y
aeropuertos, vías férreas y carreteras, escuelas, hospitales, templos sagrados,
parques, zonas peatonales, edificios residenciales, comerciales y de oficinas.
En Costa Rica es difícil construir obra a partir del presupuesto público y se
ha desarrollado aversión a la concesión de obra pública. Es cierto que ha
habido más errores que aciertos. Es crucial aprender de esos errores para que
en el futuro se cuenten más aciertos que errores.
Recurso
humano. La población debe ser sana y saludable
de la cuna a la tumba. Es bien sabido que la mejor receta es la prevención. En
una ciudad en la que la gente gasta 40 horas al mes transportándose de la casa
al trabajo es mucho pedirle que dedique 20 horas al mes a hacer ejercicios.
Además, se debe brindar educación apta para el futuro que se avecina. Los niños
que nacen este año serán adultos en el 2030. ¿Qué educación les estamos
ofreciendo? Debemos revisar el contenido curricular de escuelas, colegios y
universidades, así como la cultura y valores que forjarán desde la familia una
sociedad más armoniosa y productiva en sentido humanístico. Mejores seres
humanos es lo que queremos.
Capital
financiero. Existe una estrecha
correlación entre el pago de impuestos y los niveles de crecimiento económico y
desarrollo humano. En 2010, el porcentaje del producto interno bruto
correspondiente a impuestos, en promedio, entre todos los países de la OCDE,
fue arriba de 34%. En una palabra, sin impuestos no hay desarrollo. Debe,
además, haber eficiencia absoluta en recaudación y facilitación burocrática
para la creación de nuevos negocios de manera que emprendedores, comerciantes e
inversionistas puedan más eficazmente traducir sus esfuerzos en empleos y nueva
inversión, en fin, capital financiero.
“Sostenibilidad”.
Pongo el concepto entre comillas pues
en materia ambiental el efecto humano es binario: o degradamos o regeneramos el
medio ambiente. No existe ninguna actividad que tenga efecto cero en la
naturaleza. Así que debemos aspirar a un desarrollo regenerativo de ecosistemas
y pensar creativa y proactivamente en formas económicas, tecnológicas,
científicas, políticas y culturales de compensar positivamente los efectos
ecológicos negativos de nuestro quehacer.
Prosperidad.
Es difícil medir el florecimiento
humano pues es una actitud colectiva de esfuerzo y optimismo hacia un futuro
que estamos forjando juntos. Llamémosle fe. Se ha puesto de moda la noción
institucional de felicidad. Sin embargo, este es un concepto egoísta: primero
yo y después yo. Según New Economics Foundation, su Índice del Planeta Feliz
mide eficiencia ecológica –Costa Rica está en primer lugar los últimos dos
años– y no alegría de las personas.
La
prosperidad debe ser gestionada procurando paz, seguridad, armonía y confianza.
Ante todo, libertad, que es el fundamento de la creatividad, esencial para
emprender nueva actividad económica, política, cultural y espiritual, siempre
promoviendo la abundancia del capital natural que determina la riqueza del
ecosistema. Lo más importante de esta nueva economía verde es que es incluyente
de todos los seres humanos y de todas las demás formas de vida con las cuales
florecemos.
Publicado en La Nación el 22 de abril de 2012.
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