Sunday, August 14, 2011

El Pacto Ambiental Nacional

Estimado don Rodrigo,

Según conversamos en días pasados, existe la necesidad de repensar políticamente nuestro quehacer ambiental como país. Cada nuevo diagnóstico científico sobre el cambio climático nos revela dos verdades: 1. Que nuestro país se enrumbó en la dirección correcta medio siglo atrás cuando articuló su afán conservacionista, su inquietud por la generación eléctrica renovable y, más recientemente, asumió liderazgo mundial en investigación en biodiversidad y desarrollo de ecoturismo; y 2. Que hay mucho más que hacer en nuevas fuentes de energía renovable, reducción de emisiones en el transporte público y privado, mejor aprovechamiento y gestión productiva de residuos y desechos, y en fuentes de financiamiento de servicios ambientales, entre otros.

En suma, hace falta ampliar y profundizar los esfuerzos de bioalfabetización que se han realizado con éxito en nuestro país y que son la misión del Instituto de Biodiversidad que usted fundó.

Si bien la gestión de las organizaciones no gubernamentales es eficaz en la sociedad civil, esa eficacia podría aumentar en varios órdenes de magnitud en cuanto a su alcance local y global si contara con alianzas en sectores académico y privado, y sobre todo, si lograra consagrar sus principios en políticas públicas sustentadas en leyes de la República.

Es por ello que me permito compartir con usted algunas ideas que he recopilado durante los lapsos en los que he residido en Noruega, China y Australia, países con quienes compartimos el perfil de liderazgo ambiental que tiene nuestro país, aunque en sectores distintos y complementarios.

Por ejemplo, Noruega ha sabido aprovechar la riqueza que ha generado el país a partir de la explotación de petróleo para incrementar sustancialmente el bienestar del país invirtiendo las ganancias en salud y educación públicas de máxima categoría, infraestructura pública moderna y de primer orden, incluyendo la conectividad digital celular y de internet, y la conservación ambiental dentro y fuera del país.

Por su parte, China ya ha comprendido la dimensión del problema climático mundial y de las amenazas que representa para su inmensa población la contaminación en tierras otrora fértiles, la deforestación y desertificación y el deshielo de glaciares. Hoy en día China es el país número uno en manufactura de turbinas eólicas y paneles solares y hay quienes sugieren que en este siglo cambiará el polo de energía mundial del petróleo árabe al sol chino.

Finalmente, Australia se ha dado a la tarea de implementar políticas públicas de cambio climático en cada estado y municipio, para que cada organización y empresa adopte las medidas requeridas para mitigar las causas que provocan alteraciones ambientales. El sur de Australia fue el primer estado en el mundo en contar con un Ministro de Cambio Climático desde 1998. La intensa sequía de la década anterior y la contaminación de cuencas dulces y saladas durante el último medio siglo han provocado la urgente necesidad de que el país se coloque a la vanguardia mundial en conservación, biodiversidad, generación de energías renovables y ecoturismo.

Nuestro país requiere de un nuevo pacto ambiental nacional, al cual todos aportemos y del cual todos nos beneficiemos. O sea, requerimos que el proceso genere sentido de pertenencia en cada costarricense.

Las oscilaciones climáticas para el próximo medio siglo podrían provocar cambios en los patrones de lluvias de nuestra zona geográfica, creando incertidumbre acerca de la viabilidad de generación de energía hidroeléctrica. Por ello, es indispensable hacer un inventario de los recursos naturales de los que dispone nuestro país para generar energía renovable proveniente de otras fuentes, lo cual ayudaría a preservar los ecosistemas en las cuencas de los ríos que, de otra forma, serían intervenidos con represas de hidrogeneración. Si no hay agua en los embalses, no podría haber electricidad. Es una apuesta muy alta como para perderla. De ahí lo elemental de la cuestión.

Con 1500 kilómetros lineales de litoral, la energía mareomotriz es una opción principalmente en la costa Pacífica donde las mareas oscilan hasta dos metros, dos veces al día. Es una fuerza que genera el mar y que se puede transformar en electricidad. Esto tendría el efecto adicional de la conservación de las zonas costeras para no entorpecer la generación energética, creando con ello santuarios extensos para los ecosistemas marinos del país, tan ricos en biodiversidad.

La proximidad geográfica del país con la línea del ecuador lo hacen una de las zonas en el mundo con mayor insolación anual. El ángulo de los rayos solares, la temperatura del aire y la cantidad de horas de sol por día a lo largo del año representan un altísimo potencial para la generación de energía solar en el país. Por si fuera poco, las inclemencias del tiempo, principalmente lluvia y viento, sólo favorecen el mantenimiento y limpieza de las celdas fotovoltaicas, sin requerir equipos especiales de limpieza ni infraestructura adicional para soportar el peso de la nieve.

Es quizás la geotermia la más prometedora de nuestras fuentes de energía renovables. Con un total de 113 volcanes, nueve de ellos activos, en apenas 50.000 kilómetros cuadrados, la exploración y posterior explotación de ese recurso energético es de bajo grado de dificultad y bajo costo en comparación con lo que se está haciendo en otras partes del mundo, sobre todo entre mayor sea la proximidad al cono de un volcán. Australia está invirtiendo cerca de cien mil millones de dólares ($100.000.000.000) en exploración geotérmica a pesar de que el país no contiene ni un solo volcán.

Uno de los desafíos principales para adoptar la geotermia como la fuente más limpia y renovable de energía para impulsar al país por el transcurso de este siglo XXI es la protección legal que tienen los Parques Nacionales, y es ahí adonde existe la mayor oportunidad para nuestra nación.

Un pacto ambiental nacional debería estructurarse de manera similar al fondo de petróleo noruego, en el cual se centralizan todas las ganancias que se generarían a partir de la geotermia. Este “Fondo del Volcán” estaría administrado por notables líderes nacionales de la ciencia, la industria y la política ambiental y energética del país. Con representación del gobierno de turno, existiría una limitación al porcentaje del fondo del cual podría disponer el Poder Ejecutivo para el presupuesto ordinario nacional cada año. En Noruega, el Primer Ministro sólo puede disponer de 10% de las ganancias anuales del fondo para el presupuesto nacional. El dinero restante del Fondo del Volcán se utilizaría para cumplir las siguientes metas: aumentar la cobertura boscosa del país del 52% actual a 80% del territorio nacional; ampliar la protección de áreas marinas del actual 0,2% a 50%; e incrementar la cobertura de Parques Nacionales y reservas biológicas de 26% en la actualidad a 50% del territorio nacional.

El cumplimiento de estas metas requerirá de muchos esfuerzos, tiempo y dinero, y la energía geotérmica podría generar los fondos requeridos para alcanzar esos objetivos en un período de tiempo relativamente corto. Para el 2025 el país podría haberse convertido en exportador neto de electricidad renovable y su flotilla vehicular podría haber sido totalmente reemplazada por vehículos eléctricos modernos y eficientes, con muy bajas emisiones de carbono. Esto en definitiva le permitiría a Costa Rica convertirse en un país neutral en sus emisiones de carbono.

Ello sería mucho más expedito si se permitiera la exploración y eventual explotación en Parques Nacionales. Por eso se requiere de un pacto nacional, porque todos debemos entender y visualizar los beneficios que este proyecto traería para esta, y sobre todo, para las próximas generaciones de costarricenses.

De estar usted de acuerdo, me gustaría sugerir una estrategia para empezar a darle vida al sueño de una Costa verdaderamente Rica, próspera y de creciente bienestar para todos.

Tokio, Japón
14 de agosto, 2011

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