Tuesday, May 29, 2007

Rasgar las velas

Cada uno en lo suyo y paz en lo de todos. Cada persona tiene la oportunidad de desempeñar un papel en la sociedad en la que vive. Algunos eligen desempeñarlo, otros no. Eso se respeta. Cada ser humano tiene, además, la posibilidad de construir, con sus semejantes, una mejor sociedad. Algunos eligen no hacerlo. Eso también se respeta. Toda persona, desde la más niña hasta la más vieja está en capacidad de comprender que la coexistencia pacífica es terreno fértil para el bienestar y la felicidad. Algunos eligen distinto, y eso se respeta, siempre que eso no limite la fertilidad que la coexistencia pacífica brinda a los que sí la quieren. En palabras de Benito Juárez, "el respeto al derecho ajeno es la paz." Porque un país de paz lo es para todos sólo si todos somos concientes y nos esforzamos por alcanzarla. Basta conque una sola persona no desee que haya coexistencia pacífica para que deje de haberla. La paz es, por eso, el más frágil de los consensos, y a la vez el más anhelado por todos, incluso por quienes eligen alejarse de ella. Esta gente lo que más carece es de paz interior, de armonía consigo mismo, de capacidad de entender que todos queremos una paz que los incluya a ellos.

Cada persona elige qué papel quiere desempeñar en la sociedad. Cada uno elige desde qué posición buscar contribuir a una mejor nación. El papel de los gobernantes es, en las democracias, fijar nortes, trazar rumbos y alzar velas. Nunca lo ha sido soplar. Lo que sopla es a veces resultado del pasado propio de la nación, a veces del presente ajeno a nuestro alrededor. Y otras veces, se sopla entre todos en dirección a las velas que han sido alzadas. Sólo así se avanza. En este mar tan navegable, los gobernantes son los que ejecutan un plan para navegar más eficazmente por la historia y hacia el futuro. Hay personas que se encargan de cuestionar los nortes, de criticar los rumbos y de rasgar las velas para que el barco no navegue, ojalá y zozobre. Al menos en este país.

En otros países más desarrollados, más maduros como naciones, más capaces de aprender de su pasado y leer el entorno actual de cara al futuro, los nortes son cuestionados constantemente, no para oponerse a ellos, sino para cerciorarse de que son realizables; son criticados los planes fuertemente, no para adversarlos, sino para mejorarlos con el fin de que logren sus metas; pero las velas jamás son rasgadas, porque de ellas depende el progreso de todos los pasajeros del barco, de todos los habitantes del país. La condición de las velas determina la capacidad de navegar del mismo modo que la articulación entre las instituciones públicas determina la capacidad de gobernar.

Hecho ese lamentable diagnóstico, el pronóstico es que la ingobernabilidad alterará la sociedad a todo nivel, no sólo en el gobierno público, sino en la empresa privada, los servicios de salud, el sistema de educación, la protección del medio ambiente, y nos postre en el inmovilismo, que, en términos globales, significa retroceso. A menos de que hagamos algo.

Gobernar es educar y educar es dialogar. Dialogar es construir y construir es respetar. Si no se respeta al que piensa diferente, no se está construyendo ni se está dialogando, ni se está educando ni se está gobernando. En eso falla el gobernante. Si no se tiene la capacidad de ponerse en los zapatos del otro, también se está procediendo con irrespeto. En eso falla el gobernado. Ponernos de acuerdo para mejorar la coexistencia pacífica para salir adelante consiste, pues, en respetarnos los unos a los otros. Y en no rasgar las velas.

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