Tuesday, May 29, 2007

Nuestra Guerra Civil

Las guerras civiles son episodios de crisis que atraen la mayoría de la energía de una nación. En una guerra civil, hermanos se matan entre hermanos. Los resultados son devastadores en lo ambiental, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo emocional, en lo espiritual. Su gravedad puede llevar a desangrar una sociedad por completo y sumir a un país entero en el estancamiento, del cual cuesta varios años salir.

Las guerras civiles requieren, como requisito exclusivo, la existencia de un poder militar legítimo y de un poder militar ilegítimo. Unos reprimen, otros detentan. Sin embargo, en ausencia de poder militar, las guerras civiles no tienen cómo surgir.

Podríamos pensar que esa es la gran ventaja que tiene Costa Rica, pues al no tener ejército, no tiene ente armado represor ni gesta un ente armado detentador.

Lo que sí es cierto es que muchas de las devastadoras consecuencias que conlleva una guerra civil se pueden vivir aún en un Estado desmilitarizado como el nuestro. La ingobernabilidad, la pérdida de confianza, la pérdida de valores, el aumento en la violencia, las señales que el país envía a nivel internacional en cuanto a comercio exterior e inversiones, la articulación del tejido social, la eficacia del sistema educativo, las percepciones del pueblo, el mercado interno, la sostenibilidad del medio ambiente.

Cuando un país ha pasado diez años sin tomar decisiones que orienten el timón en el sentido del desarrollo social, económico, político y ambiental a la altura de las mejores prácticas mundiales modernas, está asegurándose que no saldrá adelante. Es como si un niño de escuela, ignorante de la mayoría de circunstancias que rigen su vida, decidiera dejar de estudiar. Estudiar implica tomar centenares de decisiones -cada sesión de estudio hay que decidir hacerla- para lograr un objetivo que está muy adelante en el futuro y que cuenta con pocos incentivos para seguir adelante. No obstante, casi todos terminan la escuela, muchos el colegio y bastantes la universidad.

Para los que no eligen ese rumbo, el Estado debe proveer oportunidades para que puedan recibir empleos dignos en calidad y remuneración y las facilidades que existen en el mundo moderno para desarrollar emprendimientos. La creación de empresas es, sin ninguna duda, el motor de la generación de la riqueza que requiere un país para salir adelante en lo social, gracias a la adecuada distribución de la riqueza a la que le hace honor nuestra Carta Magna.

No ha pasado por Costa Rica una guerra civil, ni por asomo, en toda su historia. Nunca el país ha sufrido de estancos o crisis prolongadas por decenios y generaciones. Sin embargo, los últimos diez años nos hemos quedado en un nivel de desarrollo inferior al que hubiéramos podido alcanzar si nos hubiéramos podido poner de acuerdo. Nunca es tarde para ponernos de acuerdo para que los próximos diez no representen otro letargo en el desarrollo de nuestras generaciones futuras.

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