La
transformación de conflictos es una rama de las ciencias sociales que estudia
la dinámica de los conflictos. Un conflicto es una incompatibilidad de
objetivos, o sea, cuando dos o más personas tienen metas que son inalcanzables
simultáneamente. Su estudio considera el análisis de causas y consecuencias,
los pronósticos futuros y las propuestas para dirimir las contenciones.
El cambio
climático es el nombre que se le da a una serie de alteraciones climatológicas
y ambientales cuya causa principal es el quehacer humano en el planeta.
Constituye un conflicto porque no es posible seguir consumiendo recursos
naturales a un ritmo más acelerado de lo que el planeta mismo puede regenerar
naturalmente, y cuyo residuo es un nivel de contaminación de aire, agua, tierra
fértil y ecosistemas que reduce la capacidad del planeta de sostener la vida. Nosotros
mismos somos los causantes del problema pero no somos sus únicas víctimas, pues
afecta a todas las formas de vida.
Existen tres
causas primordiales del efecto humano en el cambio climático, a saber: a) la
deforestación de bosques, que libera grandes cantidades de dióxido de carbono a
la atmósfera; b) la industria de la carne de res, que debe mantener mil
millones de cabezas de ganado vacuno (vacas, toros, bueyes, búfalos, yaks); y
c) el transporte vehicular, que incluye transporte público y privado de
personas y transporte de mercancías comerciales tales como alimentos,
combustibles fósiles, entre otros.
Uno de los
elementos fundamentales de un conflicto es el paso del tiempo. O sea, qué
sucederá en el futuro si se mantienen las causas que lo generan, si continúan
agravándose, o si, por el contrario, se reducen significativamente. Contamos con
un buen ejemplo de un conflicto de carácter global y ambiental que fue transformado
exitosamente. Hace 30 años se identificó un gran agujero en la capa de ozono
que filtra buena parte de los rayos ultravioleta que provienen del sol. Se
llegó a un acuerdo mundial para reducir el uso de clorofluorocarbonos (CFCs),
que eran el principal causante del conflicto, y se detuvo eficazmente la
agravación del problema.
Según el
impacto negativo que hemos tenido en los ecosistemas, los pronósticos indican
que para mediados de este siglo las condiciones de vida en la Tierra serán muy
inferiores a la actualidad. Muchos estaremos retirados para entonces, pero es
probable que nuestros hijos y nietos estén en su edad más próspera y deban
vivir y sufrir esa realidad futura que estamos provocando hoy.
Existe un
elemento agravante respecto al cambio climático, y es la reducida cantidad de
personas que conocen del problema. La inmensa mayoría de la población desconoce
siquiera que exista. No nos referimos a quienes lo niegan o prefieren no creer
que sea un problema o que sea tan grave, sino a miles de millones de personas a
quienes no les ha llegado la noticia de semejante conflicto. En eso han fallado
dramáticamente las autoridades públicas del mundo, ya que, si bien buena parte
de las soluciones deberían provenir de ese sector, es mucho lo que se podría
hacer desde la esfera privada a nivel individual, local y regional.
Dentro de las
transformaciones urgentes, importantes y accesibles están la sustitución de
fuentes fósiles de energía por fuentes renovables; cambios culturales respecto
al uso del transporte, al consumo de bienes que provocan deforestación o que
provienen de lejanas distancias; y la comunicación efectiva del problema, de
manera que entre todos podamos hacerle frente lo antes posible.
Paz es la capacidad de
transformar conflictos de manera creativa y armoniosa. Eso es lo que queremos.
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