Tuesday, March 31, 2009

Marca Costa Rica

En tiempos de globalización, resulta paradójicamente importante distinguir a los países individualmente pese a la colectivización de la comunidad global. Quizás esto responda a la regla tácita de los procesos interculturales de que "las semejanzas nos unen; las diferencias nos enriquecen."

En décadas recientes esta percepción nacional se ha comercializado, pues hay diversos factores de la economía internacional que hacen más atractivo a un país que a otro en la puja por atraer turismo, promover exportaciones, atraer inversiones, en fin, distinguirse de entre el gran concierto de naciones en el que vivimos en la actualidad. 

La marca de un país -o la percepción que el público general tiene- no es constante. Oscila invariablemente entre las marcas de buena percepción y las de mala percepción. 

Un país que tiene regularmente una buena marca-país a nivel mundial es Brasil. En cualquier rincón del mundo alguien sabe de Pelé o de Ronaldo o de Ronaldinho, que son sinónimo de éxito, de calidad, de triunfo. 

Un país como Estados Unidos, que durante la mayor parte del siglo XX tuvo una excelente marca-país, parece haberla perdido durante la última década, quizás como consecuencia de la invasión a Irak y la renuencia a firmar el protocolo de Kioto sobre cambio climático. 

En el caso de Costa Rica, la marca de este país ha sido tradicionalmente reputada. Es importante reconocer las causas, sobre todo para fijar el rumbo para la nueva imagen que el país querrá posicionar a nivel mundial por los próximos veinte años. Durante quince años fue muy exitosa la campaña turística de "sin ingredientes artificiales." Sin embargo, la globalización demanda una imagen-país que trascienda unos cuantos sectores productivos y se enfoque en elaborar una marca que distinga lo hecho en Costa Rica como un reflejo de lo que crece y vive en el país. 

Cuando se lanzó aquella campaña publicitaria, Intel no se había instalado en el país todavía. Esta semana, que la compañía lanza al mercado su nuevo procesador Nehalem, se debe hacer del conocimiento del mundo entero que un equipo de 70 ingenieros costarricenses de la firma trabajaron en la investigación y desarrollo de este procesador, llamado a ser el primero de una generación ambientalmente amigable de microprocesadores. O sea, aún con ingredientes artificiales, Costa Rica se destaca a nivel mundial. 

Si bien el país está preparándose para salir de un letargo de 15 años en materia de telecomunicaciones, pasando de una red celular TDMA a una de tercera generación en cuestión de un año, en materia de generación de energías renovables el país tiene décadas de ventaja a nivel mundial. Esto es importante de mencionar considerando que, así como la gran revolución de los noventas fue la informática y la computación y la de esta década ha sido la de las tecnologías de información y comunicación (TIC), la próxima gran revolución aparentemente será la de la generación de energía renovable. 

En este ámbito, Costa Rica ya produce el 93% de su electricidad a partir de fuentes renovables, entre las cuales destacan mayoritariamente la generación hidroeléctrica, la energía geotérmica, la energía eólica y la energía por biomasa. Mientras otros países del mundo luchan por buscar formas económicamente viables de reducir su huella de carbono en el cada vez más contaminado medioambiente planetario, Costa Rica está procurando convertirse en el primer país carbono-neutral para el 2021, año del bicentenario de su independencia. 

En materia de pobreza, Costa Rica parece haber encontrado una fórmula bastante eficaz para controlar esta patología socioeconómica. Eliminó sus fuerzas armadas hace 60 años, priorizó desde entonces el gasto público en salud y educación, y mantiene un régimen democrático reconocido como el más antiguo de América Latina. 

Es importante resaltar el tema de la desmilitarización. Mientras el gasto militar del planeta ya alcanza los 1.2 billones de dólares (en inglés, trillion dollars), el gasto de Costa Rica es cero. Peor aún, cuando se revisan las Metas de Desarrollo del Milenio fijadas por las Naciones Unidas en el año 2000 y los costos para alcanzarlas, con ese dinero en armas se podrían cumplir todas las metas ocho veces. Así lo ha desacado vehementemente el presidente Óscar Arias Sánchez, Premio Nóbel de la Paz, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, acto en el cual presentó la propuesta para crear el Consenso de Costa Rica, un pacto mundial por medio del cual los países en vías de desarrollo que reduzcan su gasto militar para destinarlo a salud y educación serán mejor considerados para recibir cooperación de los países desarrollados. 

Esto no quiere decir que en Costa Rica se viva sin violencia. La violencia es inherente al ser humano, por lo tanto nos corresponde a nosotros mismos aprender a lidiar con ella. Lo que sí es cierto es que Costa Rica ha descartado, constitucionalmente, verse involucrado alguna vez en un conflicto bélico con cualquier otro estado vecino. Esto también quiere decir que en Costa Rica no es posible realizar un golpe de estado, pues no hay ejército para sustentarlo. Parafraseando al presidente Arias, las madres costarricenses pueden estar tranquilas de saber que jamás verán a sus hijos morir en la guerra. 

El tema de la paz por desmilitarización es tan actual hoy como lo fue hace 60 años. Hoy en día también es indispensable el tema de la paz con el medio ambiente, y Costa Rica busca compartir con el mundo la fórmula que la hacen merecedora de un impresionante quinto lugar en el Índice de Desempeño Ambiental. Por ello, la presente administración Arias Sánchez ha lanzado la iniciativa Paz con la Naturaleza para demostrarle al mundo cómo se logra el desarrollo socioeconómico de manera sostenible. El liderazgo que el país ha alcanzado en las últimas dos décadas en campos como ecoturismo, reforestación y biodiversidad, sólo se comparan con el liderazgo que el país asumió desde hace 60 años cuando empezó a reservar áreas naturales para la conservación y la reserva biológicas. En la actualidad, más del 25% del territorio son áreas de conservación, uno de los porcentajes más altos del mundo. 

Sin afán de agotar el tema, se conoce poco lo que han sido las culturas prehispánicas en Costa Rica. Sin embargo, se han encontrado en el territorio nacional decenas de milenarias esferas de piedra que datan de una época en la que ninguna otra civilización conocida comprendía el concepto de la esfericidad. Este gran aporte a la humanidad que data de más de dos mil años atrás es un referente histórico de la fertilidad que ha brotado del ser humano que ha ocupado estas tierras. 

Así, con algunos ingredientes artificiales, siempre con la paz como rector y el desarrollo sostenible como objetivo, Costa Rica atrae importantes inversiones transnacionales que buscan esa paz y ese desarrollo alcanzado por el empleo de una mano de obra libre, saludable, educada, democrática, pacífica, quizás los elementos esenciales para que brote la creatividad, pilar fundamental de la innovación. También, la fertilidad de la tierra respetada por las manos y las mentes que la labran produce miles de bienes agrícolas, industriales y agroindustriales que trascienden las fronteras de más de 140 países del mundo. 

Eso es lo que significa "hecho en Costa Rica." Esa marca y esa imagen son las que se deberían divulgar para que el planeta entero se informe y se forme percepciones que hagan honor a la verdad de lo que se cree que es un modelo de desarrollo eficaz y sostenible. 

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