Sunday, May 06, 2012

Estrategia de Rescate de Valores I: Diagnóstico


 I. Pérdida de valores culturales.

Costa Rica, entre varias otras naciones del mundo, se encuentra en franca crisis de valores que la hicieron una de las naciones más progresistas y desarrolladas del mundo. Ese progreso es aún evidente en su educación pública, gratuita y obligatoria, la cobertura de seguridad social universal, la desmilitarización, la conservación medioambiental que incluye el turismo ecológico, la capacidad de generación de energías renovables y la clasificación de su abundante biodiversidad, entre otras.

A. Causas.

Los orígenes son difíciles de precisar, quizás porque son complejos. Uno de ellos es sin duda la globalización de la información y de tendencias culturales que se convierten en patrones de consumo e imitación. También es altamente probable que algunas conductas que no existían décadas atrás provinieran de otras naciones por medio de migraciones masivas de personas que se arraigaron en Costa Rica.

Sin embargo, la economía de mercado ha provocado en el país una apertura vertiginosa a la oferta masiva de bienes y servicios que han estimulado e incentivado el consumismo como un patrón cultural predominante. Desafortunadamente, este consumismo es excluyente de aquellos segmentos de la sociedad que viven en la pobreza o en la miseria. Esa desigualdad no elimina los estímulos e incentivos del mercado, pero resulta imposible para un alto porcentaje de la población tener acceso a mucho del universo de bienes y servicios disponibles en el mercado nacional.

También es probable que se haya debilitado significativamente la institucionalidad religiosa. La sociedad costarricense estuvo basada en una inmensa mayoría en el catolicismo y en sus estructuras institucionales y educativas. En décadas recientes ha habido un verdadero éxodo hacia nuevas instituciones religiosas que han surgido en este mismo período, pero también el éxodo se ha dado hacia un vacío institucional en el que comunidades enteras se han desprendido de la formación religiosa. Esto ha resquebrajado el sistema de valores judeo-cristianos sobre los que descansaba la institucionalidad del país tanto pública como privada.

B. Consecuencias.

Si hemos de elegir entre los costos más elevados de esta pérdida generalizada de valores en el país, citaremos tres. Primero, se ha perdido el asidero moral y ético en el comportamiento social a todo nivel: público, privado, académico, comunitario. Se ha perdido el respeto irrestricto por la vida, la verdad, la honorabilidad, la justicia, la solidaridad, la armonía.

Segundo, la priorización en la generación de ingresos. Al existir una especie de competencia por adquirir cada vez más bienes materiales de última generación, las personas se han abalanzado hacia las fuentes de riqueza para poder financiar sus gustos. En muchos casos, según es bien conocido, esas fuentes son ilícitas e inmorales y aún así han sido legitimadas por quienes las emplean para conseguir ingresos. Esto nos hace perder enfoque como pueblo de lo que es realmente valioso e importante para el enriquecimiento de la nación entera.

Tercero, todo el tiempo que la sociedad invierte en el uso, disfrute y consumo de bienes y servicios a manera de entretenimiento, así como el tiempo que se pierde tan ineficientemente en el transporte vial le resta millones de horas al año al país en servicios civiles y voluntarios que existen en todas las sociedades. Esto limita la seguridad ciudadana y la solidaridad comunitaria que existía cuando el pueblo le dedicaba tiempo a sus familias, su vecindario y sus colegas y compañeros de trabajo.

Con este diagnóstico pretendemos ubicar el conflicto ante el cual nos enfrentamos como sociedad y poner en perspectiva la dimensión del esfuerzo que será necesario para enderezar.

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