Wednesday, February 29, 2012

Agenda regional América Latina-Japón

Recientemente fui convocado por la Cancillería japonesa junto con los demás embajadores de América Latina y el Caribe para participar en una iniciativa de su nuevo director general para nuestra región que consiste en mantener reuniones periódicas con este grupo de jefes de misión. La reunión era fundamentalmente para escuchar lo que teníamos que decir en cuanto a objetivos, temas y metodología de trabajo de este ejercicio.

Me sigue pareciendo que la agenda que más le conviene tanto a los países de la América no-anglosajona como a Japón es una agenda de crecimiento verde que consista, al menos, en cuatro áreas de intercambio: 1. Conservación medioambiental de tierras y mares; 2. Valoración económica de ecosistemas y biodiversidad; 3. Bio-innovación, sobre todo biotecnología; y 4. Nuevas tecnologías para la generación de energías renovables.

Si América Latina posee el 50% de los bosques lluviosos del planeta y acapara el 40% de toda el agua potable del mundo, no hay duda de que somos una región que aporta a la causa global un inmenso valor socioeconómico en forma de agua potable, aire limpio y alimentos producidos esencialmente con agua, sol y tierra fértil, y estos tres factores de producción abundan en América Latina como en ninguna otra región del mundo.

Quince de los treinta países con mejor eficiencia ecológica se encuentran en América Latina. Esa tendencia es el resultado de una manera particular de desarrollarnos en relativa armonía con nuestros bosques, ríos y mares. Al decir relativa, dejo plasmada la urgente cuestión de que atendamos aquellas áreas por mejorar en nuestro desempeño ambiental y nuestras metas de sostenibilidad para mejor mitigar y adaptarnos al cambio climático.

Sin embargo, ese aporte planetario no ha sido monetizado de manera que entendamos los latinoamericanos la riqueza que poseemos, que no es nuestra, pero sí es nuestra responsabilidad administrarla como estados soberanos. La responsabilidad es global, y este es un tema ético que debería estar a la cabeza de toda discusión de comercio e inversión con América Latina.

Aproveché para mencionar en dicha reunión dos temas: primero, que si bien la diplomacia tradicional suele velar por los intereses nacionales de los estados que integran el "concierto de las naciones", los principales problemas que enfrentamos en la actualidad son de índole global. Así que el tiempo que dedicamos a la discusión de intereses nacionales es tiempo que dejamos de dedicar a la discusión de asuntos globales, tanto en lo que nos afectan a lo interno de nuestros países, como en lo que podríamos contribuir a su solución según las mejores prácticas que cada país haya logrado innovar e implementar exitosamente.

Lo segundo es que, independientemente de los objetivos, temas y metodología del grupo, deberíamos seguir el principio rector de la creación de valor compartido. Esto es, a partir de las fortalezas nacionales y regionales que tenemos, identificar oportunidades de innovación sinérgica.

Recuerdo a Einstein cuando dice que "no lograremos salir de los problemas pensando de la misma manera como lo hicimos cuando caímos en ellos." Debemos emplear el "design thinking" (pensamiento diseñador) para crear nuevos paradigmas que nos permitan transformar eficazmente los problemas globales que nos aquejan.

A propósito, el nuevo señor director general para América Latina de la Cancillería japonesa es experto en cambio climático. ¡Qué buena oportunidad para escuchar de él la posición oficial del gobierno japonés y el diagnóstico de ese severo y preocupante conflicto global!

América Latina cuenta con fortalezas naturales que la hacen quizás la región más resiliente a los peores escenarios del cambio climático que se vislumbran. Esa oportunidad debemos aprovecharla con determinación e iniciativa y no esperar una neo-colonización que nos diga nuevamente qué debemos hacer y por qué. Más bien, somos nosotros los que debemos decirle al mundo qué deben hacer y por qué.

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