Sunday, April 15, 2012

Bioalfabetización y comportamiento ecológicamente virtuoso

El bio-alfabetismo –la capacidad de entender y explicar el ciclo de vida de los ecosistemas- es el lenguaje individual y colectivo que determina la aptitud para prosperar como comunidad global. El resultado más positivo de este poderoso concepto es el criterio binario de toma de decisión respecto de si una acción humana degrada o regenera el ecosistema. Debemos evitar aquellas y apoyar estas.

La aproximación que algunas veces hacemos del conflicto del cambio climático son ineficaces. Por ejemplo, si reducimos las causas del problema a las emisiones de carbono, nos enfocamos en la quema de carbón y petróleo como fuentes de energía y perdemos de vista los demás efectos que el comportamiento humano tiene en los ecosistemas. Por ejemplo, cuáles son las consecuencias del uso de pesticidas y agroquímicos en los microorganismos que mantienen la riqueza y la fertilidad de la tierra en la cual cultivamos nuestros alimentos? O qué sucede con el champú y la pasta de dientes cuando se va por el drenaje después de su uso?

Cuestionarnos las consecuencias ecológicas de nuestro comportamiento individual podría tener un efecto muy positivo. Primero, nos permitiría percatarnos de que estamos utilizando un recurso más de lo que en realidad necesitamos (comida y agua, por ejemplo). También podría ponernos a pensar creativamente acerca de formas de reducir el consumo de otros productos (como bolsas plásticas en el mercado llevando las propias) o buscando productos que cuenten con una certificación ambiental que garantice ya sea su bajo impacto ecológico negativo o su alto impacto ecológico positivo.

Este proceso de bio-alfabetización debe ser complementado con cambios que podamos implementar para tener un impacto positivo en nuestros ecosistemas. Sembrar árboles es la primera cosa que debemos hacer. Un árbol es una aspiradora de dióxido de carbono que absorbe más emisiones de carbono entre más crece. Esta es la razón por la cual cortar un árbol maduro es tan dañino y acelera el cambio climático, pues reduce la capacidad natural de mitigar el exceso de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Entonces, contar los árboles que sembramos tendría una influencia positiva en nuestro ecosistema e influiría positivamente en nuestra comunidad.

Otra cosa que podemos hacer es lentamente cambiar el transporte al trabajo a uno bajo en emisiones. Si podemos sustituirlo por transporte público, compartir vehículo con vecinos, ir en bicicleta o caminar al menos una vez por semana esto tendrá un efecto positivo en el medio ambiente y también en nuestra conciencia como líderes sociales.

También, velar por la forma en la que disponemos adecuadamente de los residuos en nuestra casa y lugar de trabajo de manera que se transformen en insumos de un siguiente proceso industrial (reutilización, reciclaje, compactación de residuos orgánicos, etc.) podría provocar un efecto cascada entre nuestros colegas.

Conforme empezamos a revisar todo lo que individual y colectivamente hacemos, nos adentraremos en un espiral virtuoso de transformación de la manera en la que interactuamos con nuestro medio ambiente y también la manera en la que tomamos decisiones de consumo. Estos dos procesos, a su vez, muy probablemente iniciarán la más grande ola de innovación tecnológica y social que haya experimentado nuestra civilización. Las industrias no tendrán más opción que producir bienes más amigables con el medio ambiente, no sólo diciendo lo poco que contaminan, sino, de preferencia, divulgando y promocionando lo mucho que contribuyen a la regeneración de ecosistemas por medio del consumo y uso de sus productos.

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