El planeta ha llegado a un punto de inflexión respecto a su sostenibilidad, la cual depende principalmente de la humanidad, quien, sin ser su mayor poblador en número de especies o en peso total de especímenes, ciertamente sí es su principal amenaza. Somos la única especie que se desarrolla insosteniblemente. Similar a como lo hace una plaga o un virus.
También somos la única con la virtud de la conciencia para transformar nuestras acciones y orientarlas hacia la sostenibilidad.
Costa Rica tiene un liderazgo marcado a nivel mundial en generación de energías renovables. Ha llegado la hora de hablar del tema de la explotación de los recursos de los Parques Nacionales, en merecidas mayúsculas. Pronto será hora de calcular la densidad vegetal de nuestros Parques Nacionales y demás zonas boscosas del país, para vender certificados de conservación ambiental, de captación de carbono, de generación de oxígeno y de almacenamiento de agua limpia. Sería esto posible ya con la legislación actual sobre Parques Nacionales? También hay que empezar a dialogar, con madurez, no con afán de bochinche estilo "reality show", sobre la posibilidad de transformar, en el transcurso del presente siglo, el origen de nuestras fuentes de energía predominantemente hidroeléctrica a energía geotérmica. Por dos razones: primero, las cuencas hidrográficas, aunque se encuentren fuera de zonas protegidas, también son bienes demaniales. O sea, le pertenecen al Estado. Merecen protección como lo que son. Las represas representan una visión sin igual por parte de sus creadores. Nos dan el orgullo de decir hoy que 93% de nuestra electricidad es renovable. En eso, le llevamos un siglo de ventaja a la mayoría de países del mundo. Sin embargo, no podemos llevar esa valiosa solución al absurdo de crear represas en todos los ríos. Entonces, cuál es el límite? La segunda razón es que en nuestro pequeñísimo territorio nacional existen al menos nueve volcanes activos, y todos son Parques Nacionales. La energía que de ellos proviene para generar electricidad es prácticamente inagotable. Costa Rica podría convertirse, con un nuevo golpe de visión nacional, en exportadora de energía tal como lo es hoy Noruega con su petróleo. Sólo que nosotros lo podemos hacer con energía renovable Y limpia. Para ello, debemos valorar cuál es la mejor forma de realizar factibilidad, de minimizar el impacto ambiental y además compensarlo con otras medidas de conservación como por ejemplo, aumento de la educación ambiental y de sostenibilidad en escuelas, colegios y universidades. Tanto la venta de certificados por conservación como la explotación del subsuelo volcánico podría hacer al país alcanzar el desarollo económico de un brinco. Estamos por ver si ya tenemos el desarrollo sociopolítico necesario para tener esa visión sin igual, que sí se tenía hace medio siglo. Esperamos que así sea.
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