Tuesday, August 07, 2007

A favor del TLC

Hace 25 años se dio una serie de eventos políticos en el país que tuvieron un impacto a largo plazo: socavaron las bases de la clase media y nos obligó, a los que pertenecíamos a ella, a sufrir duros golpes económicos y tomar medidas que, en muchos casos, decantó a miles de familias hacia la pobreza.

Salir de ahí no ha sido fácil. De hecho, se redujo la pobreza extrema hasta un 20%, pero en los últimos 10 años no hemos podido mover ese vergonzoso listón hacia abajo aún más.

No obstante, 25 años después de la dura crisis, ha resurgido una nueva clase media: todos aquellos que estudiamos o nos incorporamos a la fuerza laboral del país en los últimos 15 años. Esta nueva clase media busca repartir cuotas de poder político que estaban en manos de dos partidos que tradicionalmente se habían turnado el gobierno.

El actual modelo de desarrollo de apertura comercial que ha seguido el país durante las últimas dos décadas fue el camino que se diseñó para que el país se "ganara la vida". Las estadísticas son muy contundentes apuntando los éxitos y beneficios que este modelo le ha traído al país. También es muy contundente la estadística de la pobreza, del estado de la infraestructura pública, de la deserción escolar, de la delincuencia.

O sea, el país ha alcanzado importantes logros y mantiene relevantes áreas por mejorar, igual que Noruega, Afganistán y Japón. Todavía no conocemos el país perfecto.

Lamentablemente, la campaña del TLC, sobre todo ahora que el tema lo decidiremos por la vía democrática del Referéndum, se ha convertido en un pleito de vecinos donde, en lugar de proponer para construir juntos, pareciera que lo que ambos bandos querrían es eliminar al Otro. Estas actitudes y comportamientos son dañinos para la Costa Rica que tendrá que reconciliarse a partir del 8 de octubre.

Todos los insultos y ataques personales no desaparecerán ni serán olvidados el día después del Referéndum, sin importar cuál de las dos tesis resulte ganadora. Lo cierto es que con o sin Referéndum, con o sin TLC, ya el país ha perdido muchísimo: hemos perdido años valiosos de progreso, hemos dilapidado múltiples oportunidades de desarrollo, hemos perdido cohesión social, hemos perdido respeto por la institucionalidad que nos hacía orgullosos.

Aquello que hemos perdido ya no lo podemos recuperar. No podemos regresar al año 2000 a intentar recuperar la confianza que se perdió durante la campaña del Combo del ICE. No podemos volver a gobiernos pasados a dirimir escándalos de corrupción. Ni siquiera podemos volver al Mundial de fútbol pasado o a los Juegos Panamericanos actuales a enderezar la vergüenza nacional de no ser ni siquiera competitivos.

Afortunadamente, lo que sí podemos transformar es el futuro: el año entrante, el gobierno entrante, la década entrante. Podemos ponernos de acuerdo hoy en qué tipo de país querríamos tener en el 2021 que celebremos el bicentenario de nuestra independencia. Podemos proponer cómo queremos que sea la Costa Rica donde queremos que nuestros hijos nazcan, crezcan y se eduquen. Ese diseño, cuales arquitectos del país, depende exclusivamente de nosotros.

Estoy a favor del TLC, aunque sé que no es perfecto. Tampoco es perfecta nuestra educación pública ni nuestra infraestructura vial ni nuestra protección por el ambiente. Somos un país en vías de desarrollo, y recordar esto constantemente es fuente de humildad para tener los pies en la tierra y recordar de dónde venimos. Sólo así puedo valorar con orgullo el avance que ha tenido mi pueblo y el rumbo que querría que siguiera para ser más parecido a otros países más desarrollados.

En mi mente siempre está Noruega, donde viví por dos años y encontré muy buenas razones para seguir haciendo esfuerzos en pos del desarrollo, especialmente por ser un país de izquierda, absolutamente socialista en todos sus estratos sociales, políticos y económicos, lo cual garantiza una justa distribución de la riqueza, y donde han entendido que el capitalismo es el mejor sistema por ahora creado por la civilización humana para generar riqueza.

Me parece que, al margen de todo lo que ya hemos perdido como nación por el conflicto sobre el TLC y nuestra evidente incapacidad de transformarlo pacíficamente, rechazar este TLC, en este momento histórico, sería como dispararnos en el pie cuando vamos subiendo una montaña. Este es el modelo de desarrollo que elegimos. Esta es la forma en la que el país decidió "ganarse la vida". Rechazar esta nueva oportunidad de seguir avanzando en esa misma dirección que ha dado frutos es como renunciar al trabajo que nos da de comer y salir mañana a buscar adónde colocarme. Puede ser que encuentre algo mejor, por supuesto. Pero tendrá inevitablemente un costo de oportunidad, y esto sería bueno tenerlo claro.

El 8 de octubre, sea cual sea el resultado del Referéndum, tendremos que empezar un proceso serio de reconciliación que tomará años para terminarse, de manera que podamos volver a ser una nación incluyente, donde todos nos sintamos igual de orgullosos de lo que hemos logrado e igual de ocupados en lo que debemos mejorar. Pero para eso faltan muchos años, y entre más profunda sea la brecha entre los del SÍ y los del NO, más años se requerirán para la ansiada reconciliación.

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